HOMENAJE A
HAZME SUAVE EL INSTANTE.
Hazme suave el
instante. Mañana, esta noche tal vez, he de partir y será para no
volver…., para ya no volver
jamás….jamás.
Pasarán milenios y edades y eternidades, y yo no
volveré.
Rodaremos de mundo en mundo por toda la inmensidad de
los cielos y no volveremos a encontrarnos. Y aún si nos encontráramos aquí
mismo una y otra vez, no sabrás quien soy yo, ni yo te reconoceré.
Porque solo se encuentran los que se compenetran, los
que vencieron la barrera de la separación, los que se adivinaron y se
sacrificaron, uno en aras del otro, los miles egoísmos del ser.
Por eso, hazme suave el instante; porque una vez
muera, una vez la primera palada de tierra caiga sobre mi féretro, ya de nada servirá que me llores
y que te lamentes de no haberme endulzado el amargo vivir.
Ahora, ahora que vivo o padezco, todo es hiel o miel
para mi alma. Una sonrisa, una palabra, una mirada, un simple gesto cordial es
medicina y alivio para mi atribulado corazón. Después ya perdido en las
tinieblas del sepulcro, nada me servirá.
Ahora me puedes dar amor. Después solo palabras vanas
y lágrimas tardías. Por eso hazme suave el instante, hazme suave el instante,
si es que sientes deseos de endulzarme el amargo vivir.
Después, ¿Qué?... ¿Que haré yo con tus negros vestidos
y tu semblante contristado? ¿De que me servirá que suspires y descubras en mí
cien virtudes y gracias que antes no conociste? ¿De que servirá que enaltezcas
mi nombre y te abismes en la contemplación de mí ser?
¿Fui bueno, malo, cariñoso, áspero, cordial o
incomprensivo? Fui….ya no soy….Ahora soy, nomás una sombra, un nombre, nada.
Ahora, que me recuerdes o me olvides, es igual, y todos tus lamentos los
cambiaría yo por una sola suavidad que me hicieras cuando yo aún existía.
Por eso, hazme suave el instante, este instante que es
la realidad, la sola y accesible realidad.
Si nos separamos sin fundirnos, ya nunca más nos
hallaremos. Porque tendremos que aprender una lección distinta de la vida. El
destino arrastrará a cada uno a expiar y aprender la lección que no logro
aprender y la culpa que no alcanzara a expiar. Un huracán dispersará nuestras
almas, y un foso inmenso dividirá nuestras vidas.
Acaso andaremos el uno junto al otro, sin sospechar
que un tiempo nos amamos, o creímos amarnos. Y por no haber sabido amarnos,
porque todo no era sino egoísmo y vanidad andaremos extraños el uno junto al
otro. Y ya nunca sabremos quien es ni adonde fue aquel a quien no supimos amar.
Por eso, hazme suave el instante, este instante, este
único instante en que tu corazón puede aislarme de la eternidad.
Si hazme suave el instante…
Alberto
Masferrer. (Salvadoreño, 1868-1932)